Un recorrido mítico por las aldeas en las laderas del monte Olimpo

Litochoro

La vida de aldea todavía late con fuerza en el pequeño pueblo de Litochoro, el inicio de tantas aventuras en el monte Olimpo. En el casco antiguo encontrarás una arquitectura inconfundiblemente macedonia (casas de dos plantas con vigas de madera y balcones), así como fuertes influencias de la tradición marítima en las casas de capitanes neoclásicas. Del mismo modo, muchos de los callejones estrechos conducen a la plaza principal. Lo usual en todas las aldeas. Si bien los restaurantes y cafés exhiben detalles modernos, todavía se respira un aire tradicional en las tabernas a lo largo del río Enipeas y en el centro, donde todos beben tsipouro y comen meze. Entretanto, el monte Olimpo se eleva sobre sus estribaciones. Y cerca está Myli, con sus molinos de agua y las capillas de Agion Apostolon y Profitis Ilias, donde se puede tomar el Sendero Europeo de Gran Recorrido E4.

Ano Skotina

Al entrar en Ano (Alto) Skotina, a unos 750 m de altura en las laderas bajas del monte Olimpo, te verás rodeado por un bosque de abetos y hayas. Muchas de las casas aquí fueron construidas entre los siglos XVII o XVIII, mientras que la iglesia de Agios Athanasios, con un maravilloso iconostasio tallado en madera, data del siglo XIV. En cierta época muchos residentes de Ano Skotina abandonaron la aldea. Pero poco a poco han ido regresando para restaurar propiedades y abrir casas de huéspedes y tabernas. La plaza es el centro de la vida de la aldea, donde un enorme plátano de sombra y la Iglesia de la Dormición (Kimisis Theotokou), que data del siglo XIX, son los protagonistas. La aldea cuenta con una hermosa vista al mar y a su alrededor hay senderos para practicar senderismo o ciclismo de montaña, o hacer recorridos 4x4.

Palaios Panteleimonas 

Palaios Panteleimonas es otra aldea centenaria cuyos habitantes optaron por trasladarse a la costa, pero luego regresaron para dar nueva vida a las casas de tejas rojas y abrir tabernas y casas de huéspedes tradicionales. Las carreteras sin coches y la plaza principal bordeada de plátanos de sombra (con la iglesia de Agios Panteleimonas) son un encanto, especialmente si te detienes a disfrutar de un bocado acompañado de una copa de vino local o un koumara tsipouro (aguardiente hecha del fruto del madroño silvestre). A tu alrededor verás tiendas que venden pasta y dulces hechos a mano, y tarros de miel con aroma a flores.

Palaioi Poroi 

Palei Pori (como se pronuncia su nombre) es la aldea donde las comodidades modernas, entre ellas la electricidad, llegaron más tarde. La mayoría de sus estrechas callejuelas, bordeadas por hermosos edificios de los siglos XVIII y XIX, conducen a la plaza principal. Allí se encuentran un enorme plátano de sombra, la iglesia bizantina de Agios Georgios y un panorama que se extiende hasta el golfo Termaico. Muchas de las casas de la aldea se han convertido en casas de huéspedes tradicionales y sobre el asentamiento hay un bosque en el que se hallan dos lindas iglesias (Agion Apostolon y Zoodochou Pigis).

Dion

Tu última parada es otro asentamiento íntimamente vinculado con la historia de la región. Díon fue el santuario más sagrado del rey Filipo II y su hijo Alejandro Magno en el siglo IV a. C. El sitio arqueológico, conocido por su vegetación y corrientes de agua, giraba en torno a la figura de Zeus. Al pasear por el parque, encontrarás santuarios dedicados el líder de los dioses y la diosa egipcia Isis, entre otros. Hay un museo en el lugar y el teatro antiguo aún organiza eventos culturales, entre los que destaca el Festival Olympus, celebrado cada verano. Uno de los caminos que salen de Díon conduce a la pequeña iglesia de Agios Konstantinos, donde comienza el desfiladero de Orlias, perfecto para un paseo por la naturaleza (o algo más activo). Y no olvides cerrar tu día en una taberna que sirva abundantes platos locales.