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Una visita de un día al lugar de nacimiento de los Juegos Olímpicos no es suficiente, ya que hay mucho para absorber de una historia antigua que nunca deja de sorprender. La pieza central del más magnífico de los santuarios de Zeus era la estatua de oro y marfil de 13,5 m de altura, dedicada al rey de los dioses y creada por el maestro artesano Fidias. Esta obra es considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Si bien ya no existe, podrás apreciar sus dimensiones al visitar Olimpia.
Además, podrás admirar de primera mano otros artefactos, entre los que destaca la famosa estatua de Hermes de Praxíteles. El sitio arqueológico y su museo ofrecen una imagen vívida del esplendor, la gloria y el alcance de una civilización que continúa dando tanto al mundo moderno, no solo en acción deportiva, sino también en términos de ética, ideales y deportividad.
Londres, Pekín, Atenas... Si le sigues el rastro a la historia de los Juegos Olímpicos hasta el año 776 a. C., llegarás a la línea de partida, llegarás al sitio donde todo comenzó: el suave y arbolado valle del río Alfeo en el Peloponeso. Este fue el escenario de un evento —celebrado en honor a Zeus cada cuatro años— en el que participaba todo el mundo griego.
Los Juegos Olímpicos eran mucho más que solo competencias deportivas. Eran festivales panhelénicos y tenían prioridad sobre todo lo demás que ocurría en ese momento, incluyendo las guerras. Durante la duración de los Juegos se suspendían las hostilidades entre las siempre díscolas ciudades-estado, imponiéndose la tregua olímpica. Tal era la importancia de los Juegos que, a lo largo de mil años, solo fueron interrumpidos en un par de ocasiones.
El estadio fue sede de las competiciones más importantes. Al pasar por debajo de la entrada arqueada, llegarás al lugar donde innumerables vips se codeaban con la gente común (pero no con las mujeres) para vitorear a sus héroes. El estadio que ves hoy día data el siglo X a. C, al igual que el Templo de Zeus.
El hipódromo donde se disputaban las carreras de carros se encuentra al sur del estadio. Aún permanecen en pie algunas ruinas de una época posterior: baños y villas como la que el emperador romano Nerón mando a construir para alojarse durante sus visitas. Después de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio romano, los Juegos Olímpicos perderían gradualmente su prestigio, al ser considerados un festival pagano. Fueron cancelados en el año 393 d. C. por orden del emperador Teodosio I, quien los ilegalizó. En consecuencia, Olimpia nunca logró recuperar el encanto y la gloria que ostentaba como anfitriona de los Juegos.
Pero esos años maravillosos volvieron el 18 de agosto de 2004, cuando los Juegos Olímpicos Modernos se desplazaron hasta Atenas. El estadio de Olimpia fue testigo de una recreación de un deporte antiguo, el lanzamiento de bala. Tanto hombres como mujeres compitieron, unos 1.611 años después de que los últimos Juegos se celebraran aquí. Eso sí, Olimpia sigue siendo el lugar donde se enciende la Llama Olímpica antes del inicio de cada Olimpiada.
En el museo arqueológico del sitio te encontrarás cara a cara con una de las esculturas de mármol más grandiosas de todos los tiempos, el Hermes de Praxíteles. Esta estatua —que representa al dios Hermes apoyado contra el tronco de un árbol, acunando al niño Dioniso en su brazo izquierdo— es el epítome de la belleza, el equilibrio y el trabajo artesanal.
El museo también contiene docenas de otros hallazgos descubiertos en el sitio, los cuales datan desde tiempos prehistóricos hasta la época de la primera cristiandad. Recuerda pagarle una visita la Niké de Peonio y los frisos monumentales del Templo de Zeus, que representan la carrera de carros entre Pélope y Enómao, y la lucha entre los centauros y los lápitas.
El Santuario de Zeus era conocido como el Altis o "madera sagrada". Situado a un lado del Templo de Zeus, se trataba de una zona amurallada que encerraba muchos monumentos y edificios. Aquí verás arcadas, templos de menor tamaño y pedestales de estatuas. Algunos edificios eran residenciales, mientras que otros cumplían una función administrativa o ceremonial. Entretanto, el templo de Zeus se hallaba en el centro de todo. ¡Solo trata de imaginar lo que significaba estar frente a frente con esta enorme estatua de marfil mientras su oro brillaba a la luz del sol! ¿Acaso te habrías atrevido a cuestionar la autoridad que ostentaba el padre de los dioses sobre el cielo y la tierra?
No olvides las otras ruinas del sitio: el Templo de Hera (el templo más antiguo y mejor conservado de Olimpia), el Bouleuterión, el Pritaneo, el Gimnasio, la Palestra, el Taller de Fidias, el Leonideo, el Filipeo, el Pórtico del Eco, el pedestal de la Niké de Peonio y el Ninfeo. Cada uno de ellos tiene un aura especial y su propia historia.
Aquí encontrarás 463 obras del Templo de Zeus en Olimpia y de otros museos de Grecia.
Celebrado anualmente, el Festival de la Antigua Olimpia incluye excelentes representaciones teatrales, musicales y de danza.
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