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Grandeza y serenidad. Eso es lo que sientes cuando entras en las calles de la Hora y en el monasterio de Patmos. Por muchos años, durante la Pascua ortodoxa y a lo largo de todo el verano, Patmos ha sido frecuentada por intelectuales, artistas, miembros de la realeza y visitantes exigentes de todo el mundo. La isla del Apocalipsis, también conocida como "La Jerusalén del Egeo", es pequeña y apartada pero espectacular al mismo tiempo, y guarda una profunda relación con la religión.
En esta parte del Dodecaneso: te esperan experiencias místicas: la oscura gruta donde San Juan el Divino escribió el libro de Apocalipsis, el Monasterio de San Juan el Teólogo y las calles laberínticas de la Hora con sus casas aristocráticos. Descubre una isla-monumento que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Se cree que esta gruta sagrada e iluminada con velas es el lugar donde San Juan el Divino recibió sus visiones de Cristo y transcribió el Libro del Apocalipsis, el último capítulo de la Biblia cristiana. Exiliado en Patmos en el año 95 d. C., San Juan predicó y bautizó a los habitantes de la isla. Finalmente, Patmos alcanzo el estatus de sagrada y la cueva se convirtió en el punto focal de una importante peregrinación religiosa.
Emplazado en lo alto de la colina sobre la Hora, el Monasterio de San Juan el Teólogo es un importante centro de culto. Este monasterio —con su importante significado religioso e imponente arquitectura— se eleva de forma magnífica sobre el Egeo y domina la vida en Patmos. El monasterio ha albergado a una comunidad monástica por más de 900 años y sus reliquias, documentos raros, íconos y otros tesoros ortodoxos son invaluables.
Fue fundado en 1088 por el monje bizantino San Christodoulos el Bendito. Cada Pascua, en la noche de la Resurrección, la Luz Sagrada se dirige desde Jerusalén a Patmos. Del mismo modo, el Jueves Santo, el servicio religioso de Niptiros (que ocurre solo en Patmos y en Jerusalén) es un evento que nunca deja de ser inspirador.
Los señores feudales, comerciantes acaudalados y capitanes del siglo XVI al XIX dejaron su huella en la Hora. Mientras caminas a la sombra de los imponentes edificios con características góticas y neoclásicas, atraviesas arcadas y recorres largos callejones que apenas dejan espacio suficiente para permitir el paso de dos personas. No es difícil entender por qué es considerada una de las ciudades más majestuosas de las islas del Egeo.
Pide que te muestren los sitios de interés y las casas señoriales de Vardikou, Palaiologou, Valvi, Foundi (de Leonton) y serás transportado a otra época. En Nikolaidi, reconvertida en un museo excepcional, encontrarás una representación de una casa tradicional de Patmos, así como muchos hallazgos arqueológicos.
Esta enorme roca sobresale del agua y parece una escultura en el mar. Es un sitio arqueológico de gran importancia. Los investigadores creen que en el pasado fue un templo dedicado a la diosa Afrodita y que continuó siendo un lugar de culto hasta bien entrada la era cristiana. Sube y observa la talla en la roca, los depósitos de agua para rituales sagrados y las pequeñas cuevas donde se hacían ofrendas. Desde la cima veras como el Egeo se rinde a tus pies.
Estos pequeños centros monásticos fueron creados por monjes en las cuevas. Además de las ermitas, también construyeron pequeños templos.
Contempla el paisaje desde el punto más alto de la isla. A tu alrededor verás cuevas y grandes rocas esparcidas por todas partes, como si hubiesen sido arrojadas desde el cielo. Y a lo lejos está la tranquilizadora presencia del inmenso azul del Egeo.
Te recomendamos dar un paseo por la carretera Aporthiano. Este viejo sendero une a la Hora con el puerto, Skala.