Templos majestuosos y mansiones restauradas que dominan el mar Egeo te dan la bienvenida a Kastelorizo, una isla de coloridas casas de dos plantas construidas con piedras locales, madera proveniente de Asia Menor y azulejos traídos de Antalya y Massalia. Esta pequeña isla —ubicada en la encrucijada de Europa y Asia— era un lugar cosmopolita y próspero en donde en los siglos XIX y XX llegaban capitanes con riquezas y nuevas ideas de todo el mundo. Actualmente, esta isla del borde del Egeo tiene solo 300 habitantes, pero es la más grande de las 13 pequeñas islas que la rodean, de ahí su apodo "Megisti" que significa "la más grande".
Y son estos pocos, pero siempre hospitalarios habitantes, los que se preparan para la Pascua griega. Ventilan sus hogares, pulen su plata y sacan recetas antiguas de sus cajones.
La noche de la resurrección, en particular, es una experiencia mística. Es cuando, según la costumbre, la resurrección de Cristo es celebrada por el sacerdote que canta el evangelio en el patio, quien no es admitido nuevamente en la iglesia hasta que no grite "Abran la puerta" tres veces. Las celebraciones de la Resurrección comienzan al día siguiente y duran tres días en total, durante los cuales los habitantes de Kastelórizo demuestran que llevan el canto y el baile en sus venas. Los violines y las flautas acompañan las danzas tradicionales, mientras que al mismo tiempo se sirven delicias y manjares locales que portan el aroma del Egeo. El domingo de Pascua, el evangelio se lee en voz alta en varios idiomas y las mujeres bailan juntas en el patio de la iglesia. En el pasado las mujeres tenían el poder en Kastelórizo, ¡ellas les pedían matrimonio a los hombres, y no al revés!
La isla podrá ser pequeña, pero hay mucho que ver. Los barrios de Pigadia y Horafia, con la mezquita de Kastelérizo, el faro, el Museo de Historia Moderna, la hermosa iglesia de San Jorge de Pigadi y el reloj de 1903... Mandraki con su astillero y sus calles adoquinadas... Y, por encima de todo, se eleva el Castillo de los Caballeros de San Juan, erigido en el siglo XIV sobre la colina Kastello Rosso, de donde toma su nombre la isla. Y también está Paleokastro, con su acrópolis de Dorian y su famosa Cueva Azul, donde la luz del sol, refractada a través del mar, crea miles de reflejos iridiscentes sobre las estalactitas, ¡transformándola en un magnífico palacio!