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Disputada durante siglos por francos, venecianos, bizantinos y otomanos... Capital del Despotado de Morea, en el corazón del Peloponeso... El último bastión de los vencidos emperadores bizantinos... Un puente entre la antigüedad y el Renacimiento... Lugar de victorias gloriosas y humillantes derrotas, pero también baluarte de la sabiduría de los filósofos y artistas de la Antigua Grecia... Las ruinas del estado militarista que dio origen a tantas leyendas de coraje intrépido, discurso lacónico y valor verdadero... Mistrá y la cercana Esparta, en el centro del Peloponeso, son todo esto y mucho más.
A medida que te acerques a Mistrá siguiendo un camino sinuoso, podrás ver los restos del castillo-estado bizantino desde lejos, agrupado en la empinada ladera. Muros robustos, cúpulas de iglesias, casas, monasterios y palacios se alzan sobre la tierra inclinada. Una vez que recorras los caminos empedrados, entres a las iglesias y admires sus frescos, sucumbirás al encanto de esta ciudad abandonada. Representa el ápice de la arquitectura bizantina del siglo XIV al XV. En 1989, la Unesco agregó a Mistrá a su catálogo de patrimonios culturales de la humanidad.
Al final de tu visita, estarás familiarizado con las familias Cantacuceno y Paleólogo, que gobernaron el Peloponeso desde 1349 hasta 1460. Su palacio se encuentra en la única extensión de terreno plano cerca de la cima de la colina y es un raro ejemplo de arquitectura bizantina civil con adiciones de diferentes períodos. Se pueden distinguir las dos alas erigidas por los déspotas Cantacuceno y Paleólogo. Su reino fue llamado el Despotado de Morea. La civilización floreció aquí, y cuando los otomanos la conquistaron, sus lumbreras y artistas huyeron a Italia, contribuyendo posteriormente al renacimiento de la cultura griega antigua.
Situada en la ciudad alta de Mistrá, Agia Sophia parece haber sido la iglesia del monasterio de Zoodotos Christos, el cual fue fundado a mediados del siglo XIV por el primer déspota, Manuel Cantacuceno. Entra en esta y las demás iglesias que se encuentran en la ladera y admira los frescos. La Pantanassa, considerada la más bella, todavía funciona como un convento de monjas.
La Esparta de hoy se desarrolló al sur del centro de la Antigua Grecia. Fue concebida por arquitectos bávaros siguiendo el modelo de urbanismo neoclásico que prevaleció a mediados del siglo XIX en Europa. Esto hace que transmita una sensación agradable y abierta. Mientras deambulas por sus calles, contempla el ayuntamiento neoclásico de 1907 y el antiguo palacio de justicia, ubicados en la plaza principal, y el monumento Leonidaion en la calle Agidos.
Muchos creen que los huesos de los reyes de Esparta y los héroes de las Termópilas aún están enterrados aquí. Un busto de Leonidas se encuentra en la entrada del Estadio Nacional, mientras que detrás de él se halla el parque que contiene la antigua acrópolis y el teatro romano. Sube a la acrópolis y verás la ciudad moderna desplegada a tus pies como un tablero de ajedrez.
Tanto Pausanias como Tucídides escribieron que el abismo de Kaiadas fue el lugar elegido por los espartanos para ejecutar a los criminales, traidores, prisioneros y posiblemente incluso a los niños deformes. Si deseas verlo con tus propios ojos, dirígete al pueblo de Trypi ("hoyo") al oeste de Esparta, bebe de los manantiales y luego sube los 118 escalones para llegar a la famosa cueva de baches. El sitio cuenta con un sistema de enfriamiento natural.
El museo más nuevo de Laconia se encuentra en un hermoso edificio de dos pisos construido de piedra, que otrora albergó a la antigua compañía de electricidad. Un museo de este tipo solo podía existir en el Peloponeso. Gracias a su hermoso diseño y sus informativas exhibiciones, el museo constituye la mejor manera de iniciarse en la historia y cultura de la producción de oliva y aceite de oliva en Grecia, y de conocer sus usos en la cocina, la salud, el arte y la religión.
Partiendo del pueblo de Parori, una caminata de solo 15 minutos te llevará a la cueva que se abre en la garganta de Langadiotissa. Justo al final de la misma, e integrada en la piedra caliza, se encuentra la pequeña iglesia, la cual tiene pinturas que datan de la década de 1920. Es una atracción auténtica y profundamente devota.
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