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Con un pueblo principal (Hora) que se extiende cual gradas de un teatro a los lados de una bahía protegida, Lipsí parece haber cambiado muy poco a través de los siglos.
Lipsí se ofrece a si misma a los visitantes que buscan un escape donde puedan disfrutar de los obsequios de la naturaleza en paz y en compañía de lugareños hospitalarios.
Disfruta de la experiencia de, bucear, nadar y pescar en aguas cristalinas, y deambula por callejones, entre lugareños que aprecian los valores y las costumbres de su isla.
La elaboración del vino es una tradición antigua en Lipsí, famosa por su vino dulce que solía ser enviado al Vaticano para su uso en la Santa Comunión. Los lipsiotas están justificadamente orgullosos de su exquisito producto y organizan festividades de verano para celebrarlo. Si tienes la oportunidad de asistir a un festival, te ofrecerán una copa o dos. Los recuerdos de los bailes y canciones tradicionales te acompañarán durante mucho tiempo.
El 23 de agosto se celebra la festividad de Panagia tou Harou, un día en el que cientos de visitantes acuden a la isla para presentar sus respetos al ícono milagroso de la iglesia del mismo nombre. La celebración, que comienza con las Vísperas en las playas y en las dos grandes plazas, dura 24 horas.
Un entramado de farallones y playas, ya sea arenosas (como Katsadia, Kampos, Tourkomnima, Platis Gialos y Lientou) o de guijarros (como Hohlakoura, Xerokampos, Papantria y Monodendri), ofrecen interminables horas de natación y relajación.
En Lipsí no pasa un día sin que experimentes algo nuevo y original. Los 24 islotes que abrazan a Lipsí —cuya rica flora y fauna está bajo la protección de la red Natura 2000— son el refugio ideal para la tímida foca monje del Mediterráneo, así como para las tortugas marinas, e incluso para algunas aves, tales como los halcones de Eleonora, las gaviotas argénteas y otras especies raras que anidan en los rincones y las grietas de las rocas. ¿Qué esperas para explorar este reservorio de vida salvaje?
Así que no dudes en tomar un bote para hacer un recorrido por las innumerables bahías, cuevas, calas y playas solitarias. ¡Mantente atento a los delfines en el camino!
Los lipsiotas utilizan sus productos locales en deliciosas recetas tradicionales con cangrejos de río, langostinos, cangrejos, ostras, pescado y pulpo. Te encantara el ambiente del puerto al atardecer, ideal para disfrutar de un meze de mariscos acompañado de un buen vaso de ouzo con hielo.
Si lo tuyo es la comida casera, entonces no puedes perderte la oportunidad de probar la cabra de montaña rellena, las flores de calabacín con arroz, los pitaroudia (buñuelos de garbanzo) y las giaprakia (hojas de col rellenas). El delicioso pan amasado a mano y el vino producido localmente son especialidades de la casa. Y para los golosos: pougakia, patsavouropita y xerotigana rociados con miel. No habrá lugar para quejas.
Si te gusta el senderismo, sigue el maravilloso sendero pavimentado pasando la iglesia sagrada de Kimisi tis Theotokou (Asunción de la Santa Madre de Dios) hasta el templo de Ano Kimisi, o sube al molino Aravis, el punto más alto de la Hora. La vista del Egeo será una recompensa más que suficiente. Y si quieres escalar más alto, el castillo con los restos de una acrópolis se encuentra en el punto más alto de la isla. ¡La serenidad se adueñará de tu corazón!