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Érase una vez, dos diminutas islas, Spheria y Kalavria, se unieron para dar nacimiento a una pequeña joya en el golfo Sarónico, la isla de Poros. Un corto viaje en hidroala desde Atenas te llevará a un lugar querido por Giorgos Seferis (poeta griego ganador premio Nobel) y Henry Miller. Situada a tiro de piedra de la costa continental, Poros se asemeja a una pieza faltante del rompecabezas del Peloponeso.
Pequeñas embarcaciones con visitantes cruzan el canal en ambos sentidos. Cuando desembarcas, te encuentras con pintorescas tabernas, puertos deportivos, edificios neoclásicos, una torre del reloj y bosques de pinos que se extienden hasta la costa. Lugares en donde se respira un aire de serenidad y relajación. A pie, en bicicleta o en bote, Poros te invita a descubrir su simplicidad encantadora.
Los edificios neoclásicos de Poros ascienden la colina del pueblo cual asientos en un anfiteatro. Los estrechos callejones que corren entre las casas encaladas y envueltas en buganvillas te harán viajar en el tiempo. ¿Quieres cavar más profundo? Visita el Museo Arqueológico en la plaza Koryzi para disfrutar de las exhibiciones del templo de Poseidón, la antigua Trecén y la antigua Metana.
Al otro lado del estrecho, al este de Galata, hay un bosque de limoneros que parece haber sido sacado directamente de un cuento de hadas. Decenas de miles de limoneros llegan hasta la orilla. Y en medio de todo, pequeños arroyos acarician la tierra, mientras que el molino de agua ocasional y la capilla de Agios Seraphim (construida en el año 1900) aportan un toque encantador a la escena. Si visitas cuando los árboles están en plena floración, te aguarda una delicia olfativa.
En el pueblo de Poros, desde Stavros hasta el embarcadero occidental del nuevo puerto, el paseo marítimo ofrece a los transeúntes café, comida y recuerdos. Veleros y barcos pesqueros yacen anclados en la orilla. Por la noche, las tranquilas aguas reflejan las luces de los numerosos bares y clubes, creando un ambiente encantador. Una y mil veces repetirás la frase "solo una copa más" en este irresistible e idílico destino de vacaciones ubicado tan cerca de Atenas.
La histórica torre del reloj en el centro de la ciudad es visible desde todas partes. Ha estado contando cada instante desde 1927, pero en definitiva, el mejor momento para visitarla es al final del día, cuando serás recompensado con una increíble puesta de sol.
Andando entre los pinos del centro de la isla, te toparás con las ruinas de un templo dórico dedicado a Poseidón, construido en el siglo VI a. C. con piedra caliza azul. Demóstenes, el famoso orador, llegó aquí como fugitivo y terminó con su vida bebiendo cicuta.
Entre las personas que llegaron a alojarse en la villa Galini se encuentran Seferis, Greta Garbo y Henry Miller. Hoy día, solo puedes admirar el exterior de esta villa roja de estilo neoclásico, ya que ahora es una residencia privada.
Admira los edificios que han sido designados como sitios de interés histórico y luego date un chapuzón frente a ellos.
Nada hasta el islote al este del puerto y conquista el pequeño castillo que ha estado allí desde 1827. En aquel entonces, los lugareños lo usaban para mantener bajo estricta vigilancia a los barcos provenientes de Hidra.
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