Al llegar a Santorini, es fácil dejarse llevar por la idea de que estás en presencia de la máxima perfección cicládica. ¿Qué podría competir con esa arquitectura, esas vistas y esa puesta de sol? ¡Pero espera un minuto! ¿Acaso no has oído hablar de las islas griegas que hay a tu alrededor? Íos (otra estrella cicládica, que esconde un lado tranquilo), Folégandros (siempre enamorando a aquellos que la descubren) y las tranquilas, pero absolutamente encantadoras, Ánafe y Síkinos. En estos seductores destinos cicládicos siempre se impone la hospitalidad y, lo mejor de todo, es que es muy fácil ir de una a otra.
Santorini
Al menos una vez en la vida
No importa cuántas veces hayas visto las deslumbrantes casas blancas y la majestuosidad de los acantilados de Santorini en los feeds de Instagram. Nada puede prepararte para lo que te espera. Las iglesias con cúpulas azules; el rojo y negro de las playas volcánicas, las aldeas tradicionales como Pirgos; el asentamiento prehistórico de Akrotiri; la vista de la caldera (desde lo alto, incluidas islas como Therasia, donde es posible redescubrir la Santorini de hace 50 años, o desde el nivel del mar en un velero o canoa); y el paseo entre Fira y Oia mientras disfrutas de la famosa puesta de sol... Santorini es un lugar al que tienes que venir antes de morir. Entonces, si puedes, visita entre abril y mayo, o entre septiembre y octubre, cuando la experiencia es aún más personal.
Explora los senderos de Santorini
Comida y vino que nunca olvidarás
Con todo ese suelo volcánico y el enriquecedor sol del Mediterráneo, es imposible que las frutas y vegetales no crezcan en abundancia en Santorini. Los tomates son sublimes: cherry, secados al sol y en puré o buñuelos (lo mismo aplica para los calabacines). De igual manera, prueba las habas y las alcaparras. Sin embargo, lo más memorable son los vinos, especialmente los blancos crujientes elaborados con la uva Assyrtiko, una variedad que encontró su hogar natural aquí. En Santorini sobran los viñedos para visitar.
Toma las rutas del vino en Santorini
Íos
Amor eterno con una faceta tranquila
Siguiente parada, Íos (a tan solo 40 minutos en ferry), otra isla cicládica famosa por sus opciones de entretenimiento y vida nocturna. Pero también tiene una faceta tierna que te tocará la fibra sensible. La verás al pasear por el laberinto de callejuelas encaladas y probar los productos locales. Íos tiene sus propios molinos de viento fotogénicos y los aromas del pan recién horneado emanan de las panaderías cada mañana. En la parte superior del pueblo se encuentra la Iglesia de Panagia Gremniotisas, cuya vista es increíble. Cerca, además, está el Teatro de Odysseus Elytis (el poeta griego ganador del premio Nobel). Esta faceta es la antesala perfecta a los cócteles del atardecer en el pueblo.
Tanto por descubrir en los alrededores de Íos
Las Cícladas son sinónimo de playas atractivas e Íos no es la excepción. Las más populares (por sus chiringuitos, sus deportes acuáticos y su proximidad a Hora) son Milopotas y Gialos. Las pintorescas bahías y los lugares para nadar en los alrededores de la isla son interminables: Manganari (pintoresca, protegida y con arena fina y dorada) y Agia Theodoti (al noreste de Hora). Y un poco más cerca del pueblo está Kolitsani (aquí solo verás muchos veleros, arenas doradas y agua azul verdosa). Si deseas combinar un día en la playa con un poco de cultura, dirígete al asentamiento de Skarkos (de principios de la Edad del Bronce), el cual está ubicado justo detrás de la ciudad.
Folégandros
Una estrella cicládica en ascenso
Casas cúbicas y encaladas con ventanas y puertas de marco azul, vistas espectaculares desde un acantilado de 200 metros de altura y un paisaje formado por un pasado volcánico... No. No estás en Santorini. Estás en Folégandros, otra estrella de las Cícladas, a tan solo 40 minutos de distancia, pero con un ritmo más tranquilo y seductor. La arquitectura cicládica te resultará familiar, pero pronto descubrirás que Folégandros tiene su propia personalidad, especialmente en y alrededor de su asentamiento medieval fortificado (Kastro), que goza de vistas insuperables. Las plazas, las tabernas y los pequeños locales nocturnos de Kastro son sublimes. Y, al atardecer… ¿será que la puesta de sol de Santorini tiene rival?
Playas hermosas y un paisaje energizante
Más vistas espectaculares aguardan en Folégandros, con playas que redondean el proceso de relajación. Agali (con sus numerosas tabernas) es la más popular y Katergo es quizás la más impresionante (puedes llegar a ella en bote desde el puerto o haciendo una caminata de 30 minutos desde la aldea de Livadi). Hay excelentes instalaciones de buceo en la isla y, para los excursionistas, hay una impresionante red de senderos que atraviesan la isla, muchos de los cuales fueron utilizados originalmente por pastores que transitaban entre asentamientos. Uno de ellos es el que parte de Ano Meria y pasa por el faro de Aspropounta.
Ánafe
Un santuario en las Cícladas
Si pensabas que Folégandros era relajante, prepárate para la tranquilidad pura y absoluta de Ánafe, justo al este de Santorini (a entre 1 y 2 horas de distancia). Al igual que Santorini, Ánafe tiene orígenes volcánicos, casas cubiertas de un blanco brillante y playas con una particular belleza salvaje. Pero ahí acaba el parecido. Pasar tiempo en Ánafe significa pasear por su pequeño (pero elegante) pueblo y luego descansar en playas remotas como Klisidi, Katsouni, Megalos Roukounas y Monastiri, muchas de ellas accesibles a pie. Aquí no encontrarás ni tumbonas ni sombrillas. No obstante, Klisidi cuenta con algunas tabernas. Asegúrate de subir al monasterio de Panagia Kalamiotissa (data del siglo XVII). La roca en la que está construido no es solo el punto más alto de la isla, sino el segundo monolito más alto de Europa después de Gibraltar. Las vistas no te decepcionarán.
Síkinos
Paz absoluta en el corazón de las Cícladas
Ya te encariñaste con la vida tranquila, así que bienvenido a Síkinos. Acurrucada y escondida entre Folégandros e Íos, Síkinos es otro escape silencioso y discreto. Las playas son pocas, pero encantadoras. Entre ellas destacan Alopronia, la más grande (aunque muy grande no es), Dialiskari y Agios Georgios (con su pequeña taberna). No esperes encontrar chiringuitos... simplemente tranquilidad total. Por otra parte, Síkinos es un lugar en el que puedes participar en un día de festival con los lugareños, para ir de excursión a una iglesia y cocinar, bailar y celebrar hasta bien entrada la noche. El pueblo, encaramado en una roca, es de hecho dos asentamientos divididos en una aldea y un castillo. Simple (sentado en una taberna tradicional) pero elegante (con un cóctel en la mano). Si subes hacia el castillo, admirarás las vistas desde el Monasterio de Zoodochos Pigi y la iglesia de Panagia Pantanassa. Además, hay senderos para disfrutar, el más memorable de los cuales te lleva a una bodega. El viñedo produce cuatro categorías, entre ellas un vino dulce elaborado con uvas secadas al sol.
Santorini: Unexplored Culture Day Trip
