Paseo en bote por la cueva de Melissani

Puede ser que ya sepas lo que viene, incluso mientras caminas por la entrada de túneles que te llevan a la Cueva de Melissani y bajas unos escalones. Y, aún así, la primera impresión de una de las formaciones geológicas más famosas de Grecia siempre tendrá el poder de dejarte sin aliento. A través de una abertura de 36 m de altura, los rayos de la luz del día que vienen desde arriba rebotan en el agua e iluminan la cavidad con tonos azules etéreos e inolvidables. Si un bote de remos con visitantes navegara a la deriva a través de la cavidad, todos tendrían la sensación de estar a punto de ser absorbidos por una fuerza sobrenatural.

Visitar la Cueva de Melissani se ha convertido, y con mucha razón, en un punto obligado para los visitantes de Kefalonia. Sus dos cavidades, que cubren una distancia de 160 m, ofrecen experiencias muy diferentes. La primera se distingue por sus místicos tonos azules creados por una apertura que se originó  hace siglos cuando se derrumbó el techo de la cueva.

Para llegar a la segunda cavidad cerrada, hay que pasar a través de un conducto tan estrecho que el barquero puede verse en la necesidad de dejar de remar. Aquí hay estalagmitas de 20,000 años de antigüedad y una isla en el medio donde las excavaciones revelaron una serie de piezas antiguas (lámparas de aceite, platos y figuras que representan al dios Pan y varias ninfas) que se han sumado a la leyenda de la cueva. Aparentemente, aquí fue donde una de esas ninfas, Melissani (o Melissanthi), se ahogó después de haber sido rechazada por Pan. De ahí el origen del otro nombre de la cueva, la Cueva de las Ninfas.

El agua en la cueva es salobre ya que se mezcla con otras fuentes, una de las cuales es Katavothres, cerca de Argostoli, hasta el otro lado de la isla, tan lejos que se filtra y emerge fresca. La Cueva de Melissani aún no ha revelado todos sus secretos.